martes, 3 de noviembre de 2015

INSPIRAR PERSONAS NO ES SOLO UN TEMA DE BENEFICIOS

Muchas organizaciones se preguntan porqué no logran tener un ambiente laboral que genere valor a la organización,pese a que tienen suficientes elementos estratégicos y tácticos en sus prácticas frente a las personas, esto no se refleja en los sentimientos y percepciones de sus trabajadores, con lo cual se les incrementa la rotación y tienen fuertes dificultades en la retención de talento en la organización. Para responder a este importante cuestionamiento, me voy a remitir al liderazgo. Las buenas prácticas frente al talento humano son un elemento común en una cantidad importante de organizaciones, sin embargo esto, por si solo, ya no es un elemento diferenciador que permita transformar la empresa en un gran lugar de trabajo. Es común encontrar en las empresas una estructurada estrategia de talento humano, que además está alineada con el mapa estratégico de la organización, que en el papel es un apalancador de la dimensión financiera. Se puede observar como están de bien definidas las competencias en cada cargo, tienen claro cuales son sus posiciones clave, tienen planes de desarrollo que permiten cerrar brechas profesionales en los colaboradores, buenas iniciativas en términos de capacitación y entrenamiento, Balance Score Card, evaluaciones periódicas de desempeño, planes de beneficios, programas de reconocimiento, incluso salarios destacados y competitivos. Esto que acabo de describir ya no es, insisto un elemento diferenciador, ya que es fácil encontrarlo en las organizaciones que están compitiendo en un mercado cada vez más globalizado, en una sistema de información altamente compartido, donde cada empresa puede traer las mejores prácticas en el desarrollo del talento humano. En este orden de ideas el complemento que realmente marca la diferencia es el liderazgo, líderes que no solo están cumpliendo unas tareas que les permiten implementar, incluso con excelencia, todo lo que estos planes proponen, pero sin un convencimiento ni un propósito transformacional, que sus comportamientos muestren que además de cumplir sus tareas están convencidos de ayudar, de dar lo mejor de si, de estar cercano a su grupo de colaboradores, de desarrollarlos, considerando que no solo con cursos teóricos, ni con pasantías en las universidades se logra este desarrollo, deben exigir, debe crear nuevos retos, debe contribuir en el día a día al crecimiento de su gente. Es pasar de comportamientos que yo llamaría genéricos “Por cumplir” a comportamientos que se diferencien, que generen valor, que sean un regalo, el más valioso para cada persona en su cargo, que cada interacción con los miembros de su equipo sea una experiencia enriquecedora. Al final esto es lo que marca la diferencia, lo que le genera valor a la persona pero también a la organización, estas son las competencias y comportamientos que hoy en día son necesarios en los líderes para transformar organizaciones en grandes lugares de trabajo. En resumen, al final se necesitan además de las mejores prácticas organizacionales frente a las personas, lideres competentes desde lo técnico pero también desde lo relacional y lo social; no olvidemos que en el día a día en las organizaciones se generan relaciones y si estas están bien resueltas vamos a tener grandes lugares para trabajar.

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