Cuando
nos atrevemos a pensar en innovación, sobre todo en países emergentes, lo
primero que se nos viene a la cabeza es la poca posibilidad que nos ofrecen
sociedades pobres y agobiadas por tantas necesidades básicas, aun sin resolver.
Probablemente, se está
incurriendo en un gran error, en la medida que todas estas situaciones
justamente nos ponen en el escenario más propicio, ya que al tener tantos
problemas en muchos sectores económicos, al ser evidente que la educación, base
fundamental para los procesos de innovación, es de muy baja calidad, nos vemos
obligados a tomar cualquier herramienta que este al alcance para ser más
productivos, ya que o se innova o de lo contrario no se sobrevive.
Tomando un sector de la
economía donde es aun más evidente la convicción de algunos, de la no
posibilidad de innovar, como lo es el farmacéutico, donde la innovación en
producto necesita de personas altamente técnicas y entrenadas, donde la
tecnología de punta es indispensable, donde los recursos económicos son un
requisito irremplazable, pues simplemente la palabra innovación se convierte en
un vocablo que suena a utopía o a sueño inalcanzable.
Estoy de acuerdo hasta cierto
punto con esta afirmación, pero justamente no estoy hablando de innovación en
producto, que sin duda necesita de todo lo antes mencionado, estoy hablando de
innovar en otros componentes del modelo de negocio, en donde el entorno que se
genera en países emergentes, puede ser un gran escenario de innovación e
incluso de exportación de estas innovaciones a los países industrializados, que
encontrarían una buena manera de producir resultados a más corto plazo,
mientras los sofisticados procesos para encontrar moléculas realmente
innovadoras y disruptivas obtienen resultados, que se puedan evidenciar en los
mercados en términos económicos.
Por ejemplo, se debería dar
la discusión en un país como Colombia, donde el sistema de salud se está
colapsando, de innovar en canales de distribución, donde hoy todavía la cadena
de distribución es demasiado larga y costosa, donde los intermediarios para
llegar al consumidor final se vuelven interminables, ya que el laboratorio que
produce los medicamentos en cualquier país del mundo, los envía a su filial
local, de esta filial entonces se traslada al mayorista, el cual lo pasa a la
cadena de droguerías o en el mejor de los casos a la EPS (Empresa Prestadora de
Servicios de Salud), de donde se traslada a la IPS (Institución Prestadora de
Servicios de Salud), y de aquí a los
pacientes, que son los usuarios finales. Estoy siendo simplista en la
descripción de la cadena de valor, ya que en la vida real puede llegar a ser
más complicada.
Cuanta agua corre en todo
este proceso, cuanta corrupción se puede generar, cual es el impacto que esto
tiene en términos de costos, cual es el impacto que esto tiene en términos de
salubridad, de cadena de frio, de conservación de los medicamentos, no se nos
olvide que estamos hablando de productos farmacéuticos, no de piedras o de arena
para construcción, lo que implica que es más riesgoso y por su puesto más
costoso.
En un artículo publicado en
El País.com.co el 15 de noviembre de 2015, desde la opinión de Francisco de
Paula Gómez, hasta hace poco presidente de Afidro (gremio que agrupa a la gran
industria farmacéutica multinacional), “los medicamentos llegan al paciente con
un valor mayor al que fijan los laboratorios, luego de pasar por una larga y a
veces ineficiente cadena de intermediación”.
En este mismo artículo se
menciona que “otro factor que ha incidido en los altos precios de los
medicamentos en Colombia es la cadena de intermediación. Además de las ventas
al detal, hay distribuidores mayoristas que negocian precios muy altos de venta
con entidades públicas de salud aduciendo que estas se demoran en pagar”.
Al darnos la oportunidad de
pensar en innovación en este modelo de negocio seguramente podríamos ser
bastante disruptivos y encontrar vías menos obsoletas y que van a producir
resultados muy evidentes para todos los jugadores en este mercado: Pacientes,
Sistema de Salud, y por supuesto compañías farmacéuticas.
Una propuesta que yo me
atrevo a sugerir sobre todo en el mercado institucional referido a los
pacientes pertenecientes al sistema de salud ( subsidiado y contributivo), que
es el que más recursos está consumiendo del presupuesto de la nación, es crear una plataforma virtual donde las
entidades oficiales y los productores converjan, los pacientes puedan adquirir
los medicamentos aprobados en el POS (Plan Obligatorio de Salud), previamente
prescritos por los médicos autorizados, y los productores los suministren y
pasen la cuenta de cobro al sistema.
Pongamos en discusión otro
componente del modelo de negocio del sector farmacéutico: hablemos de alianzas
estratégicas, en lugar de estar pensando que el sistema de salud, los
pacientes, las EPS, las IPS, son jugadores de equipos diferentes en este modelo
de negocio, pensemos que podemos jugar algunos partidos siendo del mismo
equipo. Un partido que se me ocurre es el de la prevención, que aunque se han
hecho grandes esfuerzos en este sentido son todavía muy aislados, y no se
alcanzan a evidenciar resultados muy contundentes. Este sería un tema en el que
sin duda podemos innovar y desde mi perspectiva de manera disruptiva, en donde
el sistema de salud, el gobierno y las empresas farmacéuticas podrían jugar del
mismo lado, no cada una pensando en sus propios beneficios.
Por ejemplo que tal si los
evidentes ahorros que saldrían de una buena estrategia de prevención de
enfermedades, se invierten en profundizar los tratamientos en los pacientes que
realmente los necesitan, entonces, el sistema de salud estaría ampliando la
cobertura con excelente calidad del servicio, los pacientes sería los
principales beneficiados, y las farmacéuticas estarían tal vez doblando sus
ventas, con beneficios financieros que ni se hubieran imaginado en un momento
económico como el que se vive actualmente en los países emergentes.
La oportunidad está, ahora
hay que dejarlo de ver como una utopía y actuar, esa es la invitación,
realmente hay maneras muy productivas de innovar en modelo de negocio, y el
mejor escenario son los países emergentes, que se convertirían en modelos de
productividad, en sectores económicos mundiales, que están ávidos de resultados
y nuevas formas de apalancar sus estrategias de crecimiento.
A los lectores de este
artículo los invito a generar la discusión, no solamente a matar las ideas, si
les parecen locas, entonces vamos por el camino adecuado, lo cierto del caso es
que el negocio en el sector farmacéutico esta necesitado de un revolcón, no
podemos continuar afrontándolo de la misma manera en que lo hacíamos hace 10
años, el sistema cambió y si se sigue actuando de la misma forma, no se podrá
sobrevivir. Los cambios en los mercados han desaparecido a muchas
organizaciones, incluso las más grandes y poderosas.
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