“Cuando se innova, se corre el riesgo de cometer
errores. Es mejor admitirlo rápidamente y continuar con otra innovación” Steve Jobs
La Real Academia de la lengua española define el error como el
concepto equivocado o juicio falso, otra definición lo cataloga como una idea o
expresión que una persona considera correcta pero que en realidad es falsa o
desacertada.
Apartándome de la simplicidad de la definición, el hecho claro es
que el error es una realidad en nuestras actividades y decisiones tanto a nivel
personal como a nivel profesional.
Voy a clasificar el error desde dos perspectivas: cuando se comete
por falta de rigor y cuando se comete como parte natural de los procesos de
emprendimiento e innovación en las organizaciones.
Cuando se trata de errores que se cometen por física falta de
atención y rigurosidad, pero además se incurre en ellos con alta frecuencia,
sin duda hay que tomar correctivos y no permitirlos como parte natural del
desempeño profesional. En este caso hay que tomar medidas y causar
consecuencias para el actor.
Así como se debe reconocer el desarrollo de una actividad de
manera sobresaliente, se deben desprender consecuencias de este tipo de error,
tales como entrenamiento y capacitaciones, el acompañamiento del jefe es clave
y parte fundamental del desarrollo del colaborador como parte de la evaluación
del desempeño con base mucho más frecuente de lo que hoy es costumbre en las
compañías (una o dos veces al año). En caso de que el error se continúe
cometiendo, se debe acudir a un cambio de área o de función que sea coherente
con las competencias profesionales del colaborador en cuestión.
Si la causa es negligencia, desgano o falta de rigurosidad, un
fuerte llamado de atención es la mejor salida y finalmente, si no hay mejoría,
despedir a este individuo es lo adecuado. No se debe esperar mucho tiempo para
tomar alguna de estas decisiones, ya que esperar, destruiría valor para la
compañía y se causaría una frustración innecesaria en el colaborador. La
mediocridad y aceptación de este tipo de comportamientos puede desmotivar a profesionales
realmente valiosos y disminuir el desempeño y productividad de la organización.
En el segundo caso, cuando se incurre en errores en procesos
de emprendiendo o innovación, esto si es admisible y yo diría
deseable. En este caso hay que incentivar la participación, que la gente se
atreva a opinar diferente, a salirse de la caja, a poner todo el tiempo ideas y
sugerencias, a cristalizar esas ideas en productos, servicios, procesos o
modelos de negocios que muevan la frontera de la innovación en las compañías y
sean motores del crecimiento organizacional.
Crear un cultura de innovación en la organización es fundamental
para que esta sea el motor de la reinvención constante de la compañía, que
constantemente las personas se incentiven a proponer nuevas y mejores formas de
hacer las cosas. La innovación no se debe limitar a un departamento o área de
Investigación y Desarrollo, más bien debe estar en el ADN de la organización,
que en cada persona, en cada proceso, en cada recurso, en cada emprendimiento
se respire y se viva la innovación.
La cultura de la innovación se caracteriza por que invita
constantemente a sus integrantes a
participar en el proceso de toma de decisiones, se privilegian las opiniones
diferentes, las ideas y sugerencias son bienvenidas, y los errores se toman
como parte normal del proceso.
Desde aquí, se debe diferenciar si el error hace parte de la
mediocridad, el desdén y la falta de rigor, en cuyo caso se debe actuar de
manera implacable para corregir esta práctica que solo consigue destruir valor
en la organización y cuando el error hace parte de una cultura innovadora,
creativa, emprendedora y que siempre está moviendo la frontera al filo de lo
imposible. A partir del error se debe construir conocimiento para que se
disminuya el daño que este pueda causar y no generar temor en el grupo de
colaboradores que propicie un entorno de desconfianza que impactaría
negativamente la cultura de innovación.
La recomendación final cuando se comete un error,
independientemente de lo que lo originó, es tomar la decisión adecuada en el
momento justo, esto puede marcar la diferencia entre éxito y fracaso
organizacional. El gran reto, diferenciar si el error es parte de un comportamiento negligente y falto de rigor o es parte del ejercicio profesional que busca innovar y emprender.
Oscar Javier Jiménez Yepes
MBA Universidad Javeriana
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Mail: jimenez.oscar@javeriana.edu.co
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