“It´s not hard to make decisions when you know what
your values are” Roy E. Disney
Cuando una empresa empieza a hablar de valores, toda la gente piensa
en largas y aburridas reuniones lideradas por talento humano, donde se
construyen frases bonitas y gramaticalmente bien definidas, que terminan siendo
un adorno en las paredes de la organización, pero que la verdad no le cambian
la vida a nadie, ni contribuyen al logro de los más grandes propósitos de la
empresa.
Las conclusiones normalmente terminan siendo, “que pérdida de
tiempo”, “que manera costosa de desperdiciar recursos”, “el único que se
divirtió fue el consultor porque el si generó valor, su factura costo una
fortuna”.
Una cruda realidad que parte de que el propósito de definir los
valores organizacionales, no puede ser el simple hecho de llenar un documento,
cumplir una normatividad, ponerle oficio al área de recursos humanos, o
justificar al Instituto de la Norma Técnica, que si cumplimos con los mínimos
requerimientos para recibir una certificación.
Para darle el enfoque apropiado, empecemos trayendo una de sus
definiciones: “Son aquellas concepciones compartidas de lo que es importante
y, por lo tanto, deseable, que al ser aceptadas por los miembros de una
organización, influyen en su comportamiento y orientan sus decisiones”
Andrade, 1995.
Desde esta definición se puede empezar a ver la relevancia del
término, ya que define lo que es importante para la organización y el hecho de
ser compartidas y aceptadas por todos sus miembros, de ahí que los valores
enmarquen la forma en que se desarrollan los negocios y se toman las
decisiones, definen lo que se vale y lo que no se vale en una empresa en específico,
el objetivo es generar prosperidad y cumplir con los objetivos, pero no a
cualquier precio.
Si los valores están bien definidos, representan el real sentir de
sus grupos de interés y están bien adentro del ADN organizacional, no hay duda
que le darán sostenibilidad al crecimiento de la organización y serán el
fundamento de acción de sus integrantes.
Tenemos casos dramáticos de grandes compañías que se consideraban
modelos en sus sectores económicos, en su país e incluso a nivel internacional,
compañías que promulgaban sus valores por todos los medios posibles, que a
nivel de comunicación, se visualizaban desde que se entraba al edificio hasta
que se volvía a salir, sin embargo no pasaban de ser un adorno más en la
paredes y en las pantallas de los computadores, no estaban en el corazón de la
gente, en su ADN, no era una directriz inequívoca del comportamiento de sus
colaboradores.
Una compañía tristemente celebre como Enron, empresa energética
con sede en Houston, Texas que empleaba más de 21000 personas, considerada “To
big to fail” , demasiado grande para quebrar, con el tiempo, al desviarse de
sus valores, de sus principios, de sus fundamentos, terminó en la debacle
económica y desapareció sin remedio.
Por eso es importante, no solo definir los valores, es
insuficiente hacer un nutrido listado y hasta entender que significa cada uno
de ellos, es necesario ir un nivel más allá, volverlo parte del ADN
organizacional.
La recomendación es primero definirlos, esto se debe hacer con la
alta dirección, segundo generar conversaciones a ese nivel alrededor de los
valores y concentrarse en aquellos que consideran imprescindibles, como el aíre
para los humanos, si no los sigue y apropia, difícilmente sobrevivirá, en adición
hacer ejercicios con toda la organización, en los cuáles más allá de
entenderlos y conocerlos, los vivan, los hagan parte de su existencia,
entiendan el impacto que cada valor tiene en su vida y en la vida de cada uno
de los integrantes de los grupos de interés.
En conclusión los valores no pueden ser un adorno más en la
organización, tienen que ser el marco de acción de la estrategia organizacional
y esto no es negociable si queremos compañías que sobrevivan a las coyunturas,
a las personas, a las políticas gubernamentales y al permanente cambio en el
que hoy vive el mundo empresarial.
Oscar Javier Jiménez Yepes
MBA Universidad Javeriana
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Mail: oscar.jimenez@greatplacetowork.com
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