“Cuando
tienes que escalar una montaña, no pienses que esperando se hará más pequeña”
Para iniciar este análisis voy a empezar por definir el término procrastinación.
Viene del latín procrastinare. Es la acción o el hábito de postergar
actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras
situaciones más irrelevantes o agradables.
Desde la definición, fácilmente se pueden concluir los aspectos negativos
de esta práctica en el desarrollo de las actividades que hacen parte de una estrategia
bien sea laboral, empresarial, académica o personal.
Estos tienen que ver con la dificultad en la implementación, los retrasos
en los que se incurre a causa de posponer actividades, mayores costos, pérdida
de productividad; o simplemente el abandono de un proyecto a causa de estas
dificultades inherentes a la procrastinación.
Normalmente, esta conducta sobreviene cuando a la persona no le gusta el
trabajo que va a desarrollar, porque no sabe resolver el tema adecuadamente,
porque le falta tiempo, no sabe si realmente quiere hacer lo que se propuso; o
simplemente necesita un poco más de tiempo para reflexionar.
Para definir los aspectos positivos de la procrastinación es importante
hacernos algunas preguntas, como, por ejemplo, la persona que está solicitando
una actividad en específico tiene tanta urgencia como la que está manifestando,
o solo quiere tener todo bajo su control y terminará revisando el resultado de
la actividad una o dos semanas después, o simplemente la solicitud obedecía a
un capricho que termina archivado y posteriormente desechado.
Voy a mencionar algunos casos que nos permiten entender cuando la
procrastinación es justificable y productiva:
Usted tiene tareas más importantes y que generan más valor y por esta razón
quiere dedicarle las mejores horas, las más productivas. En este caso, se
justifica posponer tareas menos importantes o que no necesitan tanto de su
energía y concentración, es priorizar de acuerdo a la importancia y urgencia de
cada actividad, lo cual le ayudará a planificar su trabajo.
Se necesita más tiempo para organizar las ideas y entender que es lo que
queremos hacer y cuál sería la mejor forma de hacerlo. Esto es rigor en la
ejecución, es analizar lo que se tiene en frente y no hacerlo porque hay que
cumplir, en este caso se generaría más valor con un análisis adicional que nos
permitiría no solo hacerlo sino hacerlo muy bien.
Se necesita más cantidad de elementos, datos, necesidades, expectativas,
objetivos, contexto; entre otras para tomar una mejor decisión. No hay que
llegar al exceso de análisis, pero si a tener la mayor cantidad de elementos
que nos permitan tomar la decisión más acertada, esto tomaría más tiempo, pero
generaría más valor.
Estoy agotado, necesito un periodo de descanso, relajarme me permite ver
las cosas con mayor claridad. Las organizaciones no buscan héroes, ni
profesionales que están frente a sus ordenadores o en el sitio de trabajo
durante prolongados periodos de tiempo, esto podría ser bien improductivo. Lo
mejor es tomarlo con calma, hacer un alto en el camino, despejar su mente y
reposar su cuerpo, seguramente después del ejercicio de descanso, su mente y
sus ideas fluirán mucho mejor y nuevamente se generará mucho más valor para la
organización.
Cuando se va a desistir de un proyecto, idea o emprendimiento, dejarlo para
mañana puede ser muy conveniente, es posible que se esté tan cerca de lograrlo,
que un día más marcará la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Cuando reviso los resultados del informe de Productividad Mundial 2017,
elaborado por la firma HowMuch con base en el estudio Expert Market del fondo
Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo (OCDE), se concluye que no por mucho trabajar se logra mayor
productividad o un Producto Interno Bruto (PIB) más alto. En Colombia se
trabaja más horas semanales, pero somos menos productivos que otros países.
Al final, poniendo tanta presión en la finalización de tareas, criticando
duramente a las personas que saben manejar su balance vida – trabajo, lo que
obtenemos son organizaciones muy estresadas que terminan siendo improductivas y
que sacrifican la calidad y la generación de valor por un exceso de urgencia
que no conduce a resultados positivos en el ejercicio profesional dentro de las
empresas.
Posponer las tareas no siempre es lo más conveniente, sin embargo, hay
casos y no son pocos donde procrastinar puede ser un importante generador de
valor y liderar una cultura de innovación dentro de las organizaciones.
Oscar Javier Jiménez
Yepes
MBA Universidad Javeriana
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