En un mundo globalizado y convulsionado,
en el cual las mujeres están cada vez más involucradas en el ámbito laboral,
los niños enfrentan un entorno en el que cuentan menos con la compañía de sus
padres, incremento de fenómenos como el divorcio, familias con un solo
progenitor: mamá o papá cabezas de familia, son consideraciones que han llevado
a las organizaciones, a pensar más en serio en la dimensión personal de sus
trabajadores y entender que son seres integrales con expectativas profesionales
y con intereses como seres humanos.
De otro lado, las generaciones más jóvenes,
las que algunos llaman Millennials (nacidos entre 1985 y 1994) que ocuparán el
35% del mercado laboral en el 2020 según Mónica Flores directora de
ManpowerGroup para Latinoamérica; y Centennials (nacidos después de 1998), son
generaciones que tienen bastante claro que el trabajo no colma todas las
expectativas de su vida y no están dispuestos a negociar los espacios que necesitan
para ocuparse de los asuntos inherentes a su condición humana.
La última consideración que quiero tener
en cuenta para este análisis tiene que ver con la productividad. En el 2013,
una investigación realizada por la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE), publicada en la revista The Economist, concluyó
que mientras más trabajaban las personas, más disminuía la productividad.
Si consideramos entonces que el balance
vida trabajo trae grandes beneficios para todas las partes, deberíamos a través
de prácticas empresariales, hacer evidente la importancia de este aspecto en la
vida de los trabajadores en el lugar de trabajo.
Desde mi punto de vista, se deberían
considerar dos aspectos clave en esta implementación:
La cultura organizacional viene
privilegiando las horas que las personas están físicamente en sus lugares de
trabajo por encima de lo que un trabajador realmente está produciendo, de tal
manera que se reconoce como colaboradores muy comprometidos con el trabajo aquellos
que pasan 10 o 12 horas en sus oficinas sin importar que tan productivos
fueron.
Por el contrario, se califican de poco
comprometidos y hasta vagos, a aquellos que están en sus sitios de trabajo
jornadas normales entre siete y ocho horas al día, sin considerar que en estos
periodos de tiempo pudieron haber sido bastante más productivos que los que
pasan extensas jornadas en sus trabajos.
Aquí la recomendación es evaluar la
productividad, que tanto se están o no cumpliendo los objetivos, si los indicadores
de gestión están como deberían y si las personas están haciendo un aporte
sobresaliente a la organización en su desempeño profesional. “Es privilegiar
las horas cerebro a las horas silla”.
El segundo aspecto a considerar es el
liderazgo, el estilo controlador, que necesita estar viendo a las personas en
sus sitios de trabajo por espacios interminables de tiempo, aquellos que no
confían que sus colaboradores desarrollan bien sus actividades laborales, a
menos que ellos estén haciendo una supervisión estrecha de cada actividad que
desarrollan, aquellos más dedicados a la micro gestión que a inspirar a los
miembros de sus equipos de trabajo para que entreguen lo mejor de si en
jornadas normales de trabajo, están entrando en obsolescencia, anacronismo y
van a ser remplazados irremediablemente, ya que el costo que están pagando por
obtener el resultado es tan alto, que el balance de la ecuación va a terminar
destruyendo valor para la organización.
Después de tener estos dos aspectos,
cultura y liderazgo resueltos, seguramente podrán implementar algunas prácticas
simples y cotidianas que les permitirán balancear la vida laboral con la vida
personal de sus trabajadores, haciendo organizaciones más saludables y
productivas.
En este último aspecto, los invito a
considerar el teletrabajo, definido como trabajo a distancia a través de la
tecnología, este modelo ha permitido incrementar la productividad de los
trabajadores y adicionalmente el bienestar de los mismos. Un modelo gana-gana,
ya que se incrementa el cumplimiento de los objetivos y al mismo tiempo el
balance vida trabajo de los colaboradores. Seguramente van a encontrar
dificultades en la implementación y no será posible implementarlo en todas las
áreas, sin embargo vale la pena emprender por este camino, que en la cuarta
revolución industrial se vuelve imprescindible para las organizaciones de talla
mundial.
Oscar Javier Jiménez Yepes
MBA Universidad Javeriana
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Mail: oscar.jimenez@greatplacetowork.com
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