La “Enfermedad
Holandesa” se le conoce en esta forma ya que apareció en los países bajos en la
década de 1960 cuando hubo una gran bonanza de gas al encontrar importantes
yacimientos de este producto que generaron fuertes ingresos para el país, no
solo por la venta de gas sino por las grandes inversiones extranjeras en el
sector minero – energético.
La “Enfermedad
Holandesa” se presentó, primero porque al ingresar tanto dinero al país su
moneda se revaluó, lo cual volvió poco competitivos los productos no derivados
del petróleo en el ámbito internacional, desincentivando su producción a nivel
local, por esta razón la inversión en el aparato industrial y en la agricultura
se vino abajo y como consecuencia de esto vino pobreza y desempleo para este
país.
Podemos definir
Enfermedad Holandesa como el deterioro del aparato productivo de un país, como
consecuencia de la alta dependencia de la venta de commodities (petróleo, minería,
acero; entre otros), que no son de valor agregado y que son muy vulnerables a
los vaivenes de la economía mundial y su precio está fuertemente influenciado
por la oferta y la demanda.
Sus principales
consecuencias son la desindustrialización, el deterioro de la agricultura, la dependencia
económica de unos pocos productos, la pérdida de exportaciones por revaluación
de la moneda, y al final pobreza, desempleo y deterioro en la calidad de vida
de los habitantes.
Un buen ejemplo
de esto se presentó en Colombia en la década de
1980, como consecuencia de la bonanza cafetera , los demás sectores se vieron
ampliamente perjudicados.
Otro ejemplo
evidente se dio en épocas más recientes, durante la década de 2000 a 2010, las
exportaciones minero – petroleras colombianas se elevaron de US$4.500 millones
a US$23.500 millones, aumentando se participación del 44% al 70%.
Así mismo, la
inversión extranjera directa se multiplicó por cinco en ese periodo, siendo el
85% de petróleo y minería. Esto ocasionó el debilitamiento de la industria y la
agricultura, periodo en el que hubo un incremento del 1089,5% de las tierras
concesionadas para la exploración de minerales.
Las cifras del
Banco Mundial muestran que la participación de la agricultura en el PIB de la
economía colombiana entre 1970 y 2010 cayó de 26% a 7%.
Impacto para el país
La consecuencia
evidente de este fenómeno es el inevitable deterioro de la industria y la
agricultura, y al final se tiene una estructura productiva dependiente de la
minería y del petróleo, productos muy susceptibles a los cambios de la economía
mundial.
La enfermedad
Holandesa causa desindustrialización, quedando el país atrapado en este esquema
de estancamiento de la industria por cuenta del auge de commodities y
revaluación de la moneda. (Alberto Parra Pizarro, Edición 214, Economía)
Una economía
dependiente de la explotación de recursos no renovables está sometida a grandes
riesgos, en primera instancia por el ingreso de grandes sumas de dinero, se
revalúa la moneda haciendo los productos diferentes a minería y petróleo poco
atractivos y poco competitivos en el mercado internacional.
En segunda
instancia, los campos se dedican en su mayoría a la explotación de recursos no
renovables, desplazando a los productos agrícolas que pueden llegar a
representar empleo y ventaja competitiva para el país.
Los
inversionistas nacionales e internacionales se dedican a la explotación minera
energética dejando de lado la industria y la agricultura, produciendo como ya
lo decíamos, desempleo y desindustrialización.
Impacto para la gente del común
El principal
impacto para la gente del común es el desempleo, ya que se desplazan sectores
muy importantes para la economía colombiana, como lo son la industria y la
agricultura, que son grandes generadores de empleo, produciendo falta de
ingresos y deterioro en la calidad de vida de las comunidades cercanas a estas
explotaciones, que normalmente son poblaciones bastante vulnerables.
De otro lado la
explotación de recursos no renovables, minería y petróleo fundamentalmente,
producen un gran deterioro del medio ambiente, dejando grandes extensiones de
tierra inservibles para la agricultura, lo que nuevamente afecta a las
poblaciones vecinas a las áreas donde se dedican a esta actividad económica.
Cuando por
alguna circunstancia los precios de los commodities caen como consecuencia de
problemas coyunturales o estructurales de la economía mundial, el país se queda
sin esos ingresos y sin poder remplazarlos en el corto plazo, ya que la
industria no está preparada para este tipo de eventualidad.
En la
actualidad, por la desaceleración de la China, que hoy consume menos petróleo,
la híper producción de petróleo en los Estados Unidos con la técnica del “Fracking”,
y la sobreoferta de petróleo, el precio cayó por debajo de los US$30,
perjudicando de manera dramática los ingresos de Colombia, y remplazarlos va a
tomar tiempo, ya que nuestra estructura de producción y nuestra producción
agrícola no están preparadas para asumir semejante reto producido por el deterioro
en los precios del petróleo y de otros commodities.
Esto es enfermedad Holandesa, y desde mi
perspectiva el país la está sufriendo con sus funestas consecuencias para el
comercio, el empleo y la economía en general.
Una clara
muestra de esto es la calificación negativa que el país acaba de recibir de la
calificadora de riesgos S&P, que
trae como consecuencia el encarecimiento de los productos importados, el
incremento en las tasas de interés aplicados a los créditos internacionales y
la posibilidad de incumplir con las deudas que hoy se tienen con otros países y
organismos multilaterales.
Recomendaciones
El país debe hacer
un importante esfuerzo en términos de diversificar las exportaciones, para en
esta forma remplazar los ingresos del petróleo y la minería por otros productos
como alimentos elaborados, productos agrícolas, partes para vehículos,
tecnología, y servicios entre otros.
Pero de otro
lado hay que incentivar el consumo interno, la inversión en infraestructura y
la construcción de vivienda, que no solo nos ayudaría a superar la crisis, sino
a prevenir futuras crisis por este mismo hecho.
Una reforma
tributaría estructural y el recorte de los gastos del aparato estatal, sería
muy deseable en estos momentos de crisis donde los ingresos no son suficientes
para sostener las necesidades actuales de Colombia y sus habitantes.
Actuar
prudentemente en épocas de “Vacas Gordas” para sobrevivir en épocas de “Vacas
Flacas”, es la lección que nos deja la enfermedad holandesa que hoy desde mi punto
de vista está sufriendo nuestro país.
Oscar
Javier Jiménez Yepes
MBA Universidad Javeriana
Twitter: @Inntegrity8
Mail: oscar.jimenez@greatplacetowork.com