Desde pequeños nos
han enseñado que debemos buscar alcanzar logros, trazar metas y cumplirlas en
el transcurso de nuestra vida. Hemos sido educados en métodos basados en la
competencia y en la calificación lo cual nos hace estar condicionados a ser
siempre mejores y tener resultados cada vez más sobresalientes. Estos valores
son la base que mueve esta sociedad en todos los aspectos del ser humano
desde la parte académica, deportiva, artística, y luego al crecer en el plano
profesional y afectivo. En ese sentido, tener un buen cargo en una buena
empresa, estar casado con una persona sobresaliente, tener hijos talentosos,
ser un empresario que genera mucho dinero o tener ciertas posesiones como
casas, carros, acciones en clubes entre otras, nos hace ver como personas más
exitosas que otras.
Esta sociedad ha
equiparado entonces este tipo de éxito con la felicidad. Hay una creencia
colectiva que funciona como una fantasía compartida y que plantea que el éxito
material, y con esto me refiero a externo, tiene como efectos la paz y la
tranquilidad. Esta fantasía es alimentada hoy en día más que nunca por las
redes sociales en las que las personas ponen fotos donde son supuestamente
felices y exitosos y todos los que las ven sienten inevitablemente que les
falta algo y que deben luchar como lo otros para conseguir eso que el otro
tiene sea la pareja, el viaje, la casa, el dinero, el negocio, el hijo o
lo que sea de lo que se alardee en el momento.
Mi experiencia de
vida y como psicoterapeuta me ha mostrado que, por encima de todo, los
seres humanos estamos buscando sentirnos llenos, completos y totales; buscamos
vivir en un estado muy similar a lo que podemos llamar la paz, el amor o la
felicidad. Sin embargo, cuando entramos a investigar en nuestras propias
experiencias y observamos a las de personas “exitosas” que tenemos cerca
nos damos cuenta de que el éxito externo no es igual a estar en paz. Esto es
como si quisieras llegar a un lugar pero te concentraras en lo que crees que te
va a llevar a ese lugar y no en tomar el camino para ir allí. En este
ejemplo entonces el lugar al que quieres llegar es la paz, y lo que crees que
te va a llevar es el éxito son todas las formas de las que hablamos
anteriormente (empresas, puestos altos, carros, matrimonios, hijos etc.). De
esta manera nunca tomas el camino a la paz que era el objetivo inicial, pero sí
tomas el camino hacia todas las demás cosas que crees que te van a llevar a
ella.
Estos consejos
entonces son para reflexionar si estás caminando hacia la meta o si estás
caminando hacia el medio que crees que te va a llevar a la ella (pero que nunca
lo va a hacer porque la meta hace parte de un orden diferente al medio, es como
no saber diferenciar peras y manzanas o perros y gatos), y dependiendo de esta
reflexión hacer un cambio en tu percepción que te encamine hacia tu meta
original:
1. Cambia la búsqueda
del éxito externo por la paz: Este consejo resume lo que hablé anteriormente.
Para hacer esta reflexión te puedes hacer la siguiente pregunta: ¿Esto que hago
me está dando paz y felicidad? ¿Quisiera estar haciendo algo diferente en este
momento? ¿Siento amor, tranquilidad, libertad y expansión en este instante? Estas
preguntas te llevarán a darte cuenta de qué es lo que estás poniendo como
prioridad en tu vida, y si te das cuenta de que por encima de todo está el
éxito externo recuerda que estás obedeciéndole a una creencia errada porque
estás decidiendo el camino equivocado cuando tu verdadera meta es la paz y la
felicidad. Eso quiere decir que has confundido el fin con los medios y ahora
has olvidado hacia dónde querías llegar.
2. Cambia la búsqueda
de la riqueza por la certeza en la abundancia: Un gran error que tenemos en
nuestro sistema de creencias es pensar que ser rico es ser abundante, sin
embargo son dos cosas muy diferentes. La riqueza es un estado de la cuenta
bancaria mientras que la abundancia es un estado de la mente relacionado con
estar en plenitud y tranquilo en todos los aspectos de la vida. Hay personas
que tienen mucho dinero y se sienten pobres, hay otras que no tienen tanto pero
se sienten plenas con lo que tienen. Así que de nuevo, si tu propósito está en
la búsqueda del dinero, es el camino equivocado ya que el dinero es un símbolo
y no una cualidad del ser; sus poderes se limitan a adquirir cosas materiales y
no plenitud, por lo tanto el dinero no te va a dar paz ni felicidad los
cuales recuerda que son tus metas originales. Si tu propósito en cambio está en
la paz, en la plenitud, en vivir una vida completa y llena, entonces seguro la
abundancia en todos los aspectos va a surgir e inclusive te llegará de fuentes
insospechadas.
3. Cambia la necesidad
de tener por el impulso de compartir lo que eres: Cuando hablo de esto no me
estoy refiriendo al dinero ya que este es sólo una parte de nuestra vida; me
refiero a ponernos al servicio de la vida, a entregar nuestros talentos,
nuestras capacidades y nuestro amor. Estamos en una sociedad en la que sostenemos
la creencia de que el que más acapara es mejor, por eso nos volvemos celosos
con nuestras posesiones, con nuestras creaciones e inclusive con nuestras
relaciones. Creemos que siendo celosos y posesivos vamos a estar en paz y a ser
más felices. La verdad es que esto nos hace esclavos de lo que sea que
acaparemos, y por supuesto nos lleva a un estado de temor constante que es
totalmente opuesto al estado de paz.
4. Cambia la necesidad
de controlar tu vida por la sincronización con la vida: Las personas que son
apegadas al éxito externo tienden a ser muy controladoras, quieren organizar el
mundo y la vida de tal manera que nada se salga de los parámetros y que todo genere
experiencias exitosas. El inconveniente que tiene esto es que cada vez que algo
se sale del esquema planeado genera frustración y estrés y por lo tanto te
alejas del estado de paz que anhelabas con el éxito. Es necesario entonces
aprender a cambiar el control por la sincronización, parte de esto está en
aprender a estar presentes, a conectarnos con el momento y el lugar en el que
estamos, a darnos cuenta de que cada experiencia y cada encuentro tiene un
aprendizaje perfecto y que si tomamos una actitud receptiva ante la vida, cada
experiencia será integralmente exitosa.
5. Cambia la moralidad
por la consciencia: Cuando hablo de moralidad me refiero a todas las nociones
del bien y del mal que tenemos; con consciencia me refiero a una actitud que
está más allá de lo bueno y lo malo donde se está presente y desde ese estado
se hace una evaluación interna de qué es lo más favorable y que no lo es en un
momento determinado. Desde pequeños nos han enseñado a movernos de acuerdo a lo
que es moralmente bueno, sin embargo, si vamos más allá de esto nos podemos dar
cuenta de que lo que está bien para unos no lo está para otros, lo mismo ocurre
con lo que está mal. Estas nociones solo son definidas por las creencias que
estemos siguiendo, y cada vez que nuestra consciencia diga una cosa y nuestra
moralidad otra vamos a sentirnos culpables y por lo tanto alejados del estado
de paz. Todo esto ocurre por seguir nuestra necesidad de ser buenos, pero
cuando te preguntas ¿bueno para quién? o ¿según quién?, te vas a encontrar tantas
posibilidades a esa respuesta como seres humanos en este planeta. Ser
consciente es ser uno mismo, es confiar en la capacidad que uno tiene de saber
qué hacer en un momento determinado sin que nadie se lo tenga que ordenar, es
asumir la responsabilidad por uno mismo y por los efectos de sus acciones y
decisiones. Esta actitud deja de lado la culpa y saca a flote la libertad,
cualidad que va de la mano de la paz.
Es importante aclarar que cuando realices esos cambios tal vez ya no
seas evidentemente exitoso para los demás ya que tus prioridades serán otras,
pero eso no va a importar por que tu estado de completud no busca aprobación ni
satisfacer las creencias de nadie. Así habrás tomado el camino hacia el
éxito integral y después de experimentarlo descubrirás que todo lo que venías
buscando estaba adentro de ti mismo.
MARÍA
ALEJANDRA VALLEJO JIMÉNEZ, PSICOTERAPEUTA Y COACH TRANSPERSONAL
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